Web de Félix Sautié Mederos

A mi regreso a La Habana, un encuentro inolvidable

Después de 60 días de viaje por la España ancestral, de nuevo en mi Rincón de Centro Habana.

Queridos lectores de Crónicas Cubanas, en mis últimas crónicas  he estado escribiéndoles al respecto de mis experiencias de viaje por la España de mis ancestros. Casi todo de lo esencial de mis vivencias, experiencias y sentimientos provocados durante este periplo lo he expresado en esas crónicas publicadas. Quiero escribirles ahora de mi  regreso a Cuba desde Palma de Mallorca. Verdaderamente lo hice con la ansiedad de estar de nuevo en mi ámbito existencial de Centro Habana y la añoranza por todo lo que dejaba atrás: mis hijos de crianza, mis nietos, mi yerno, mis consuegros y mis amigos del alma.

En este viaje de regreso tuve algunos tropiezos por causa de un vuelo suspendido, el tránsito  inesperado en un hotel de Aeropuerto, después 10 horas de vuelo con un trato poco profesional a los pasajeros por parte de una tripulación de cabina hosca y cansada. Además cuando ese avión retrasado aterrizó en La Habana, estuve una hora y media en espera dentro de aquella nave en limpieza  en el Aeropuerto José Martí. Sucedió que cuando todos los pasajeros habían desembarcado y los ómnibus los habían transportado hacia el  edificio de la terminal 3, los que teníamos solicitada silla de ruedas por causa de nuestras dificultades para caminar se nos orientó por la aeromoza que deberíamos esperar, pero no nos vinieron a buscar y tuvimos hora y media a la espera por una ambulancia que no llegaba. Cuando llegó la ambulancia de marras, el chofer algo descompuesto comenzó a decirnos cosas de sus malestares con su trabajo en vez de darnos  excusas por la demora a unos pacientes que no teníamos la culpa de sus problemas, que en buena ley debía dilucidarlos con sus jefes responsables y no con nosotros enfermos y extenuados por el largo viaje y por la prolongada espera en un  avión en limpieza que se preparaba  con nosotros estorbando para un nuevo vuelo en poco tiempo. Todo eso  fue en síntesis  lo sucedido durante un vuelo de Cubana de Aviación en que debía regresar a La Habana el 10 de agosto del presente año suspendido en una primera instancia y que voló al día siguiente así como durante su aterrizaje en el aeropuerto de La Habana en una pista sin gusanos de desembarco lejos del edificio principal, lo que me produjo grandes tensiones.

Con ese sabor amargo en mis sentimientos y ánimos, comenzó mi estancia en mi Rincón de Centro Habana en donde realizo mi vida cotidiana y escribo sobre mis vivencias y mis sueños de presente y de futuro. Me refiero a la amargura del revolucionario soñador que sufre en carne propia las desidias, los errores, las perversiones y desviaciones en el sistema por el cual ha luchado tanto. Pero una amargura  de esa índole e intensidad no justifica el silencio ante lo mal hecho, tal y como plantean los extremistas de izquierda con el criterio de no darle argumentos  al enemigo, cuando el enemigo en realidad gana en argumentos por el silencio y la impunidad ante los errores. Lo mal hecho, mal hecho está, y hay que decirlo para que se sepa quienes lo hacen, el daño que causan y  para que se instrumente la necesidad de extirparlo. El silencio a crítico en mi criterio coadyuva a la autodestrucción del sistema.  Además en mi opinión el silencio es lo que le da más argumentos al enemigo,  principalmente cuando los problemas se reiteran y entran en los ámbitos de la impunidad.

Pero, les confieso que ese sabor amargo me duró poco tiempo,  por causa de lo vivido durante un encuentro en mi barrio de Centro Habana dos días después de mi regreso, al que asistieron un nutrido grupo de vecinos  y niños del barrio en conmemoración del cumpleaños 92 de Fidel, así como para reconocer a los revolucionarios de edad avanzada que vivimos en la zona y ostentamos la categoría de “Fundador del Partido”. Toda una pléyade de 6 vecinos de esa área de Centro Habana,  que hemos dado la vida por la Revolución (1). Hay cosas del alma que mientras más sencillas y muchas veces modestas en sus expresiones materiales, en mi criterio son más emotivas y sentidas, porque carecen de los falsos afeites que las desvirtúan en sus esencias espontáneas y sinceras.

Les confieso que me emocioné mucho mientras miraba a los rostros curtidos y en su mayoría mestizos como mestiza es nuestra Cuba, conocidos algunos de muchos años, camaradas otros y otras de mil luchas políticas, vestidos  con mucha modestia pero con una dignidad muy alta y dispuestos a continuar resistiendo al bloqueo y a las guerras económicas y de todo tipo que nos tienen impuestas los poderes fácticos del capitalismo, del neoliberalismo y del Imperialismo sin flaquear en sus convicciones.  Me dije entonces para mis adentros: Félix estás en la Cuba por la que luchaste, en tu Habana Maravilla en donde quieres quedar sembrado para Siempre. Este es tu ámbito natural, este es tu medio habitual, aquí está tu tierra en que naciste; y estos que te acompañan y te reconocen, cómo tú los estás, se encuentran dispuestos a dar la vida por la Revolución y por la Patria cubana. Así el presente y el futuro está asegurado, porque con nosotros estaban los niños del barrio que vinieron a celebrar el cumpleaños de Fidel, a cantarles felicidades y picar el tradicional Cake de cumpleaños. Ellos aprenden con nuestros ejemplos, escuchan nuestras anécdotas y experimentan a su modo nuestras emociones y vivencias.

También pensé que ese conjunto de personas allí presentes se estaban preparando para el debate del Proyecto de Constitución que íbamos a comenzar en breve en nuestras circunscripciones y que había llegado a tiempo de mi viaje por España para participar activamente.  En aquellos instantes tan sentidos me vino a la mente una reflexión muy profunda: ni mis vecinos ni yo nos merecíamos los maltratos de los burócratas y de los de conciencia endurecida, y que por  todo ello debía denunciar lo mal hecho para que en esos espacios se cumpliera el planteamiento de Fidel en el sentido de cambiar todo lo que deba ser cambiado. También pensé que al respecto de todo lo vivido durante mi viaje de regreso en el avión que me trajo y en el aeropuerto en que desembarqué, tenía que testimoniar en mi crónica esas  vicisitudes,   porque el silencio lo corroe todo y los extremistas de izquierda se topan con los extremos de derecha y se retroalimentan.

Así lo pienso y así lo expreso en mi derecho a opinar con mis respetos para el pensamiento diferente y sin querer ofender a nadie en particular

1. Alcibiades Destrades; Pedro Aníbal Reyes Ortiz; Roberto Pedro Velazco Infante; Algin Ramón Fontaine; Manuel de Jesús López y Félix Sautié Mederos.

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